18 Noviembre. Cuando los precios del petróleo se desplomaron hace unos días, el ministro de Relaciones Exteriores de Venezuela solicitó un encuentro con el principal representante petrolero de Arabia Saudita durante una conferencia de cambio climático en la Isla Margarita.
Ali al-Naimi, el ministro de petróleo saudita, estaba esperando que le pidieran reducir la producción para apuntalar los mercados. En anticipación, según personas al tanto, el funcionario le entregó un mensaje a Rafael Ramírez, el canciller venezolano: Arabia Saudita no reducirá la producción por su cuenta.
Se espera que Naimi repita el mensaje a delegados en una reunión de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) que se llevará a cabo en Viena a fines de mes, de acuerdo con funcionarios sauditas y colegas al interior de la OPEP.
Lo que está en juego es determinar si la organización, un grupo de algunos de los mayores productores de crudo del mundo, puede aún operar como un cartel global en medio de conflictos internos y la expansión de la producción mundial, especialmente en las formaciones de esquisto de Estados Unidos. No llegar a un acuerdo para una reducción colectiva debilitaría la ya menguante influencia del grupo sobre los precios internacionales.
“La próxima reunión de la OPEP va a ser las más difícil en este siglo”, dijo Mohammad al-Sabban, ex asesor de Naimi. “Parece que a la OPEP se le olvidó cómo cooperar”.
Dentro del grupo, los funcionarios están cada vez más preocupados de que las divisiones contribuyan a precios más débiles. “Si la OPEP no logra llegar a un acuerdo”, dijo un funcionario de la organización, “los precios de crudo seguirán cayendo”.
El grupo bombea en la actualidad casi medio millón de barriles al día más que su meta de 30 millones de barriles diarios, según la Agencia Internacional de Energía (AIE). Los miembros están considerando un compromiso para frenar la producción hacia la meta de la organización, dijeron delegados de la OPEP, reduciendo en efecto la producción de forma radical.
Combinados, los miembros de la OPEP aún producen más de 33% del suministro mundial. Desde 1984, el grupo ha reducido la producción 11 veces para responder a un declive de los precios del crudo, según Deutsche Bank, con recortes que totalizaron 1,24 millones de barriles al día, en promedio.
En todas estas ocasiones, los precios del crudo de referencia Brent subieron dos o tres meses después de la medida adoptada por la organización, determinó Deutsche.
Una acción colectiva para reducir la producción podría impulsar los precios, pero también les restaría ingresos a los miembros de la OPEP. No está claro por cuánto tiempo economías vulnerables como la de Venezuela y la de Nigeria podrían soportar una producción limitada sin verse obligadas a abrir los grifos.
A diferencia de reuniones anteriores, el encuentro de este mes plantea un dilema adicional. Al mantener los precios del crudo altos, el grupo animaría inversiones en el sector petrolero, incluyendo en la producción en formaciones de esquisto en EE.UU., que a su vez ha inundado el mercado con crudo nuevo, contribuyendo a la caída de los precios. Aunque la producción en estas formaciones requieren de precios relativamente altos para ser rentables.
Ese es un incentivo para que la OPEP no haga nada por ahora si los miembros pueden resistir el dolor de precios más bajos a corto plazo.
En privado, Arabia Saudita duda que los 11 miembros de la OPEP cumplan con un compromiso colectivo de reducir la producción, según funcionarios y ejecutivos del sector sauditas. Y el gobierno del país no está dispuesto a llevar la carga de un recorte unilateral, agregaron las fuentes, por temor a perder clientes en el entorno actual.
La posición saudita se deriva de los años 80, cuando el reino redujo drásticamente la producción para impulsar los precios a medida que nuevos suministros de crudo surgieron en el Mar del Norte y el Reino Unido.
En lugar de apoyar a Riyadh, otros productores de la OPEP siguieron bombeando crudo y tratando de ganar cuota de mercado.
“Arabia Saudita ha dejado definitivamente claro que el mercado petrolero es una responsabilidad colectiva, y que ningún miembro debería esperar que actúe sola”, dijo Sabban, el ex asesor de Naimi. “Si no hay un acuerdo en este principio muy básico, Arabia Saudita continuará defendiendo su cuota de mercado”.
Con sus grandes reservas de efectivo, Arabia Saudita tiene un buen colchón para soportar precios débiles a corto plazo. De todas formas, el reino necesita que el Brent promedie US$99 el barril para equilibrar su presupuesto este año fiscal, estima Deutsche Bank. Actualmente, el Brent se cotiza a menos de US$80 por barril, un mínimo de cuatro años.
Aunque la dinámica del mercado petrolero es compleja, dos temas amplios están detrás del reciente declive de este bien básico. La AIE estima que EE.UU. está sumando casi un millón de barriles de crudo diarios cada año a los suministros globales, gracias a las fuentes de esquisto. El segundo es el regreso de un suministro inesperadamente alto de países como Libia e Irak.
Entre tanto, el crecimiento de la demanda global se ha desacelerado, particularmente en Asia. En marzo, la AIE esperaba que el consumo mundial de crudo creciera 1,35 millones de barriles al día en 2014. Desde entonces, su cálculo ha caído casi a la mitad, con la reducción de las proyecciones de crecimiento global.
Las repercusiones del debate de la OPEP van más allá de las fronteras de sus miembros. Por ejemplo, los precios más bajos del crudo están golpeando a Rusia, que ya sufre por las sanciones impuestas por occidente y por una moneda que tambalea.
Los consumidores estadounidenses se están beneficiando de un menor costo de la gasolina. Pero precios más bajos también reducen el flujo de caja de muchas petroleras del país norteamericano, particularmente aquellas ligadas a la producción de crudo en formaciones de esquisto.
Si los precios más débiles obligan a algunos productores a abandonar sus yacimientos más costosos, entonces el mercado podría al final funcionar a favor de la OPEP.
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