30 Diciembre. Ya en el ocaso del año 2016 me había dado de vacaciones, pero las circunstancias me hicieron escribir la última columna del año, ante los encadenamientos productivos que nos ofrecieron a cambio de los programas de ajuste estructural, que terminaron con los TLC y que ahora nos quieren meter la integración profunda con la Alianza del Pacifico.
Esta semana pasada un agricultor arrocero, Bryan Alpízar, de Bagaces, se encadenó a un poste en las afueras de la Asamblea Legislativa para que le compraran su arroz. Él y cuatro jóvenes más, en solitario, escenificaron la protesta para explicar cuáles eran esos encadenamientos de que nos hablan los tecnócratas neoliberales.
Los programas de ajuste estructural cambiaron las políticas del sector agropecuario y se hicieron sentir, rápidamente, en una reducción del apoyo del Estado al Consejo Nacional de la Producción (CNP), y consecuentemente a los granos básicos. Primero fue la producción de sorgo y maíz pero seguirían los frijoles y el arroz. Al final de la década de los 80, la producción arrocera vivió dramáticas vivencias, los camiones de arroz paseaban de industria en industria y no había quién comprara
su cosecha. Los aranceles, que se habían consolidado en el 55 % para el ingreso de Costa Rica a la OMC, de manera innecesaria y unilateral, y los destructores de la actividad, redujeron los aranceles al 35 % conservando a la fecha ese nivel.
El ministro de Comex y Economía, era ministro de ambas carteras en el Gobierno del 98-2002, con el interés de congraciarse con el consenso de Washington, propuso a la entonces Oficina del Arroz, y está aceptó, bajar del pacifico 35% al 10% de arancel, a lo que nos opusimos vehemente desde la Comisión de Agropecuarios, contrario al apoyo de personas que hoy permanecen en las sillas del arroz, quienes habían estado de acuerdo con ese suicidio arancelario.
Esta situación de congoja nos hizo trabajar con los productores en una transformación de la ineficiente Oficina del Arroz en la Corporación Arrocera Nacional (Conarroz). Muchos pensarán que fue tarea fácil, sin embargo no fue así, la oposición de los liberales, representados por el Gobierno de Miguel Ángel Rodríguez, presidente de la República; los libertarios, afortunadamente con un solo diputado pero brillante, y la industria, montaron una férrea oposición.
Fue necesaria, entonces, una toma de la Asamblea Legislativa, con una movilización de tráileres y camiones con tractores agrícolas, cosechadoras, vehículos y productores arroceros, quienes durmieron en las afueras de la Asamblea Legislativa, un disgusto mayúsculo para ministros de Estado y jefes de fracción, los cuales dieron paso a la razón que le asistía a los productores.
Fue así como impulsamos una novedosa organización, Conarroz, dirigida por una mayoría de los productores (cinco), dos ministros de Estado y cuatro Industriales, con lo que se garantizaría un futuro promisorio al grano más importante de la canasta básica costarricense.
Vale citar que desde el director de la antigua Oficina del Arroz y toda su dirigencia, especialmente industrial, se opusieron en conjunto con el Gobierno a la naciente Conarroz. La insistencia de los agricultores, apenas votado en primer debate en la Asamblea Legislativa, y la idea de enterrarla en la Sala Constitucional, con una consulta preceptiva, superó la prueba.
Celebramos en esa lucha del primer debate de Conarroz, con aprobación de mayoría abrumadora en el plenario legislativo, cuando fuimos alertados, que la llegada de un barco, “El Tupungato”, en Caldera, con 25 mil toneladas de arroz americano, anunciaba con arruinar la cosecha de los productores. Con pitoretas y emoción despedimos a los valientes traileros y agricultores, que emprendieron el camino a Caldera. Su lucha por seguir produciendo la comida de los ticos los condujo al Puerto, donde durante tres días de protesta bastaron para frenar la descarga del barco con granza filibustera.
Durante esa estadía, el gobierno, para congraciarse, aparentemente, con la empresaria Donatella Zingone, ordenó gases lacrimógenos con más de 125 bombas, acompañadas con la presencia de los antimotines. Ocurrió durante la noche donde muchos compañeros, algunos ya partieron a la Eternidad, pasaron sumergidos en el estero, durante la madrugada, rodeados por cocodrilos. La angustia siguió con visitas a compañeros arroceros, a quienes enviaron a la cárcel y otros al hospital Monseñor Sanabria.
Un Ángel San Casimiro, que no llegó o quedó de llegar, no nos acompañó. Solamente el diputado de ese entonces, don Célimo Guido, sufrió con nosotros la madrugada más dolorosa de la producción arrocera costarricense.
La “gaseada” valió que el presidente Electo de la República, don Abel Pacheco, se comprometiera a seguir adelante y apoyar pasar en segundo debate la ley de creación de Conarroz y negociar descargar el arroz del Tupungato, con el pago de unos impuestos que nunca pagaron los importadores. Esos episodios son los albores de una naciente Conarroz, que abrazamos con esperanza.
Tiempo después, nos diría la hija de Donatella, que Miguel Ángel se había comprometido a quitar los aranceles al arroz, lo que intentó y no cumplió.
Conarroz le dio grandes ventajas al productor pero muy rápido vendría el TLC, impulsado por los importadores, representados por unos unos políticos desgastados, que acompañaron su aprobación y las leyes de implementación, que cambiaron el entorno del sector agrícola en general y especialmente el del arrocero, para darle fortaleza al sector melonero, piñero y bananero.
Hoy los meloneros, casi desaparecidos; y el piñero, concentrado en pocas manos, observan sin reparos a un sector arrocero en agonía, afectado por la falta de inversión en riego, abandonado por la banca y los seguros, pero lo más triste con su institución insignia Conarroz, sin ideas, y atascada en el pasado, sin dar un paso al frente para blindarse en el nuevo entorno que vive la actividad arrocera.
La lucha por mantener el precio fijado, por implementar una salvaguarda que expira pronto, una decisión de los bancos de no financiar en secano donde se produce el 70 % del arroz y abandonar los seguros, continúan en la hoja de ruta de la crónica de una muerte anunciada. Aunque ganamos una lucha, que condenó a los(-as) ministros(-as) y al Estado, nos ha faltado hacer ajustes al marco juridico de Conarroz y las agallas de sus dirigentes.
Los encadenamientos productivos que ofrecieron a los productores han sido anecdóticos, pues los agricultores hoy en día tienen que encadenarse a un poste para que la industria les compre el arroz. No es posible continuar así. Conarroz se enfermó y primero hay que curarla para luego poder abordar los cambios en el sector arrocero y los que el país necesita en esta materia.
Estamos con vos, arrocero, en la estructuración de organización. A la par de sus organizaciones de base, cooperativas o asociaciones de productores, para atender las necesidades de productos e insumos.
Estamos con vos, arrocero, para el recibo y el pago del arroz. No es posible que miles de millones en infraestructura ociosa del CNP se deteriore, mientras los agricultores, con camiones de arroz húmedo no tienen una compra asegurada y tienen que mal secarlo o perderlo, ante una Corporación que no está autorizada para tener una planta adecuada y a comprar arroz, hacer requisito de desempeño e importar contingente y desabasto y vender a la industria a precio competitivo.
Nos se le permite a Conarroz apoyar, con recursos económicos, personal y equipo a las organizaciones de productores, que tendrían necesidad de formulación de proyectos para fondos de transferencia del Estado o de la cooperación internacional para las cooperativas de arroceros o pequeñas industrias, que se esfuerzan en la industrialización y comercialización del grano.
Estamos con vos, en un cambio de actitud en la incorporación de la academia para la mejora tecnológica en la producción y también en los diferentes usos del arroz para productos industriales, que diversifican su uso en la dieta humana y otros usos industriales.
Estamos con vos, es un cambio de visión del Estado de revisar los inconvenientes de los tratados comerciales, que puedan recuperar la agricultura de la seguridad alimentaria, ajustándola a las nuevas políticas que el país emita a raíz de los acuerdos-país, para la reducción de los efectos o mitigación del cambio climático.
Estamos con vos, arrocero, es entender que hay que levantarse del lodo donde nos han metido, abandonados en el seguro de crédito de compra, chantajeandos por algunos en no darles contrato o no comprarles, si no se porta bien o no es dócil con mis análisis o mis formas de pago.
Ha llegado la hora de que el Gobierno le tienda la mano al productor con autoridad y le diga al arrocero «estamos con vos», vamos a enmendar los entuertos de la ley y de los desaciertos en los tratados, o será qué hay que esperar a que Trump nos enseñe cómo se hacen las correcciones de un sistema injusto, que empobrece a las mayorías.
Fuente: http://www.laprensalibre.cr